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El tatuaje ha estado presente desde la Antigüedad en civilizaciones de todo el mundo, aunque con fines diversos. Desde nuestros ancestros en el Neolítico, hasta los tatuajes de la Polinesia en cuyo idioma se encuentra el origen de la palabra.
Tatuajes en el Neolítico
El tatuaje puede remontarse hasta el Neolítico y muestra de ello es el cuerpo de Ötzi (también conocido como el Hombre de Hielo) que presenta hasta sesenta y una marcas en su cuerpo. Estos tatuajes de hace más de 5000 años habrían sido frotados con carbón tras realizarse las incisiones. Su funcionalidad es un misterio.
Relacionados con lo divino
En el antiguo Egipto el tatuaje entre las mujeres era el más habitual y un ejemplo de ello es la momia de Deir el-Medina, con más de 3000 años de antigüedad. Presenta tatuajes de todo tipo, contando con un repertorio de símbolos como vacas (asociadas a Hathor) o el ojo de Horus (función protectora y mágica).
Tatuaje como marca social
El origen de la palabra tatuaje viene del término samoano tátau. En la Polinesia se tenía la costumbre de tatuar desde muy temprana edad, cubriendo el cuerpo por completo conforme el sujeto iba creciendo. El tatuaje marcaba así estatus social en la tribu.
Difusión del tatuaje
Como curiosidad, el capitán Cook y sus marineros introdujeron el rito en Occidente trayendo la costumbre de la Polinesia. Algo similar sucedió con las expediciones de Colón en América, que favorecieron la difusión de este arte corporal. También en América se inventó la máquina de tatuar, varios siglos después. Fue durante la Guerra de la Secesión, cuando Samuel O’Reilly descubrió que la pluma eléctrica inventada por Edison podía modificarse para introducir tinta en la piel.