A mediados del siglo XIX, comenzó la conciencia sobre la conservación de los monumentos, especialmente tras presenciar el estado de ruina o degradación que los edificios estaban sufriendo con el paso del tiempo.
Al igual que se premian los mejores resultados en el ámbito cinematográfico, el literario o el científico, el ámbito arquitectónico también se reconoce, bajo el Premio Pritzker conocido como el Nobel de arquitectura.