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Cristóbal Balenciaga Eizaguirre nace el 21 de enero de 1895 en la pequeña localidad vasca de Guetaria, España. De padre pescador y madre costurera, desde una edad temprana tuvo un gran interés por la confección y la moda. Si algo lo caracterizó durante toda su vida fue su discreción, más allá de su trabajo nunca concedió una entrevista lo cual hizo que le rodeara un aura de misterio que aún perdura.
Una joven mecenas
Con tan solo 13 años, la VII Marquesa de la Casa Torres, que por aquel entonces veraneaba en Guetaria, que conocía el interés de Cristóbal Balenciaga en la moda, le encargó al joven la reproducción de uno de sus vestidos, para lo que tan solo le dio un trozo de tela. Quedó tan impresionada por su trabajo que se convirtió en su mecenas.
Modista con mayúsculas
Su alto grado de perfeccionismo y su conocimiento de la elegancia femenina le hicieron situarse entre los grandes modistas del siglo XX, junto a nombres como Christian Dior o Coco Chanel que decía de él que era “el único de nosotros que es un verdadero couturier”.
Desde ese momento, su fama y reconocimiento no pararon de crecer. Así confeccionó vestidos, u obras de arte como se llegan a calificar, para reinas, princesas y las grandes damas de la sociedad.
Arte y moda
Balenciaga fue un genio y visionario de la costura, además de un gran aficionado al arte español de su época, lo cual tuvo una importante influencia en su trabajo.
Esto se aprecia la bata de cola de una bailadora flamenca, que inspira los volantes de algunos de sus vestidos; o en los brillos del traje de luces de un torero, que consigue trasladar con maestría al paillette bordado de una chaqueta bolero; o la estética de la indumentaria de la corte de los Austrias, que se refleja en las negras telas aterciopeladas adornadas con azabache de sus creaciones.